lunes, 1 de agosto de 2011

Jubilaciones más tardías y con menos dinero

No es casualidad que cuando las circunstancias económicas son malas (como ahora que hay un paro elevado -aproximadamente el 20 % de la población activa- y el Estado tiene una deuda de unos 14.000 euros por cabeza) los gobiernos de turno saquen a relucir el tema de las pensiones. Ya pasó a mediados de los 90, cuando la tasa de paro era incluso algo superior a la de ahora y desde el propio Gobierno se aconsejaba a los ciudadanos que se hicieran planes de ahorro privados en bancos o en compañías de seguros. Al final son siempre los ciudadanos (especialmente los de clase media) los que pagan la mala gestión de sus gobernantes. Pienso que con la reforma de las pensiones que se ha aprobado recientemente en el Congreso se persigue que la gente aporte más al sistema (al aumentar progresivamente la edad de jubilación a los 67 años) y que cobre menos (al ampliar el periodo de cálculo para la pensión).

   En mi opinión esta reforma era innecesaria ya que el sistema público de pensiones es viable. Incluso en un periodo de crisis económica como el actual, con más de cuatro millones y medio de parados, sigue habiendo dos trabajadores por cada pensionista. Además la Seguridad Social tiene superávit y dispone de un Fondo de Reserva que ya ronda los 70.000 millones de euros. También hay que tener en cuenta que nuestras pensiones medias son de las más bajas de Europa y el número de pensionistas con relación a la población también es de los más reducidos.

   
   El sistema público de pensiones se basa en el reparto y es más justo en mi opinión que el sistema privado. Aunque después de la medida aprobada en el Congreso se aboca a una parte importante de la población a hacerse un plan de ahorro privado como complemento a la pensión estatal, ya que con la reforma se exigen más años de cotización (37) para cobrar el 100 % de la pensión y la gente más joven, que casi la mitad está en paro, no va a ser fácil que los alcance. En los jóvenes la temporalidad es muy elevada, se les esclaviza a base de contratos precarios y no consiguen la estabilidad, como media, hasta los 33 años. Con la subida de la edad de jubilación se van a incorporar todavía más tarde al mundo laboral. Los jóvenes son, sin duda, los más perjudicados por la crisis y por esta reforma, junto con los parados de larga duración y las personas que pierden su empleo con más de 45 años. Además, con la reforma se elevan de 15 a 25 los años sobre los que se calcula la cuantía de la pensión. Con esta medida las pensiones que cobremos serán más bajas, ya que los salarios más antiguos sobre los que se realiza el cómputo también son más bajos.

   Es cierto que la esperanza de vida aumenta en España, y ello provocará que el número de pensionistas sea mayor, pero también es seguro que en el futuro lo hará el número de cotizantes y las cotizaciones serán más altas; y máxime cuando la situación de la economía mejore. También hay que tener en cuenta que el hecho de que aumente la esperanza de vida no implica que se llegue con salud y se tenga capacidad para el desempeño de un trabajo. Además no todas las profesiones permiten jubilarse a esas edades por su peligrosidad o por las cualidades físicas que requieren. Aparte, tampoco estoy de acuerdo con la prejubilaciones de la banca y algunas otras profesiones. Lo ideal es que si una persona llega a los 60 y ya ha cotizado el número suficiente de años para que le quede el 100 % del sueldo que gana es el momento de jubilarse para disfrutar de un ocio merecido y saludable y así dar paso a la gente joven.

   Para terminar decir que en un contexto de tanto desempleo es todavía menos lógico y entendible que se retrase la edad de jubilación, y sobre todo cuando tanta gente joven está buscando su primer empleo. Porque un país lo levanta la gente joven con ilusión y ganas de trabajar y no gente de edad avanzada que, por lo general, ya tiene ganas de retirarse. Un país con media juventud “mirando” es un país sin futuro.

Publicado en Heraldo de Soria el miércoles 3 de agosto de 2011

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