miércoles, 19 de octubre de 2011

Nuestros colegas los inmigrantes

Hace tan sólo una década no imaginaba que España iba a ser un país tan plural como ahora. En cuatro décadas hemos pasado de ser un país de emigrantes a ser un país de acogida. Y es que cada vez convivimos más culturas en el mismo espacio, debido a una creciente inmigración. Se calcula que en el 2025 la cuarta parte de la población española será inmigrante, con todos los cambios culturales y sociales que ello va a traer consigo. La llegada de inmigrantes a nuestro país ha supuesto un beneficio claro para la economía, pues éstos trabajan en sectores que demandan una gran mano de obra: Hay muchos inmigrantes que limpian nuestros portales, que barren las calles, que construyen los pisos, que cuidan a los más pequeños, etc. Trabajos que muchos españoles no quieren realizar por ser más duros, por estar insuficientemente pagados o por estar peor vistos. Y tengamos en cuenta también que gracias a ellos muchos españoles cobran la pensión de jubilación. Hasta hace pocos años el descenso de la natalidad en España y el envejecimiento de una parte importante de su población las hacían peligrar, incluso estando “garantizadas” por ley.

    También la escuela pública se ha visto beneficiada por los inmigrantes, cuyos colegios de la región han ganado alumnos desde 1987. En algunos hay hasta chavales de más de cuarenta nacionalidades diferentes. Tengamos presente que la escuela pública siempre ha sido garantía de pluralidad, pero ahora más que nunca. La educación en valores en el seno familiar (no olvidemos que la familia es la base de la sociedad) y la sana convivencia en los “coles” forjará en el futuro personas tolerantes, sin prejuicios y con mentes abiertas, que no tendrán temor a relacionarse con personas de otros lugares. Además de esta forma se evitará que se creen los guetos que ahora existen en algunos barrios de grandes ciudades. Yo he tenido la suerte de tener colegas inmigrantes en el trabajo y he aprendido mucho acerca de su cultura y su gastronomía. Y tengo amigos inmigrantes de diferentes países y me he dado cuenta de que aunque tengan un color de la piel diferente, una cultura distinta, otra religión, otro idioma, etc., hay un corazón lleno de sentimientos que espera ser amado y comprendido y una mente con unas inquietudes y unos sueños similares a los míos: un trabajo, una vivienda, una pareja, unos colegas, etc.

   Los recursos se han movido del Sur hacia el Norte y las personas lo están haciendo también. Es comprensible: durante muchos años países occidentales que hoy gozan de bastante desarrollo han conseguido el mismo esquilmando los recursos de los países pobres. Y por otra parte bastantes países del origen de la inmigración están gobernados por gobiernos corruptos o regidos por monarcas que acaparan mucha riqueza, mientras el pueblo está a dos velas. Ante esta situación muchas personas deciden marcharse de ellos aun a costa de jugarse la vida. España es la principal vía de entrada de inmigrantes africanos. Casi a diario vemos por televisión las dramáticas imágenes de su llegada. Si pensamos con el corazón que vengan y se queden todos, pero si lo hacemos con la cabeza sabemos que eso no puede ser; que sólo los que tengan documentación y puedan trabajar aquí, con los mismos derechos y deberes que nosotros, se podrán quedar. Porque si viven aquí y no consiguen un trabajo (o tienen uno precario) ello les podría empujar a la delincuencia, pero no por el hecho se ser inmigrantes, sino por el de ser pobres. La solución al drama de la inmigración irregular llegará erradicando la pobreza de los países de origen. Una buena forma de empezar a hacerlo es que los gobiernos occidentales perdonen la deuda externa de esos países, como ya ha hecho el gobierno español con Senegal.

Publicado en Heraldo de Soria el martes 17 de octubre de 2006

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