Muchos de los productos que compramos están hechos para que
duren un determinado tiempo. No es casualidad, por ejemplo, que los que tienen
un periodo de garantía de 2 o 3 años suelan comenzar a dar fallos o se estropeen
tras expirar el mismo. A menudo ocurre que hay artículos que no pueden
repararse; y el arreglo de los pocos que lo tienen puede costar tanto como
adquirirlos nuevos y no compensa, pues, su reparación. De esta forma los fabricantes
obligan a comprar nuevos productos y aumentan sus beneficios. A la práctica de
programar el fin de la vida útil de un producto se le denomina obsolescencia o
caducidad programada y sobre todo se da mucho en aparatos electrónicos. Ello es
un perjuicio tanto para la economía familiar como para el medioambiente, pues
supone un derroche de recursos que impide el desarrollo sostenible del
planeta.
El primer caso de
obsolescencia programada fue el de la lámpara incandescente, presentada de
forma oficial por Edison en el año 1879. Cuando empezó a venderse tenía una
duración de 1.500 horas y años después,
concretamente en 1924, había empresas que anunciaban bombillas que duraban 2.500
horas. Actualmente una bombilla incandescente no supera las 1.000 horas de vida
(es decir, alrededor de un año de uso). Y esto, después de tantos años y con el
progreso científico que ha habido, no tiene sentido. Y de hecho el empresario
español Benito Muros ha inventado una bombilla que puede llegar a durar 80 años;
y no sólo el Ministro de Industria no ha querido recibirle sino que está
amenazado de muerte por negarse a aceptar una oferta económica, para que no
saliera al mercado dicha bombilla.
Tampoco es lógico
que con todo lo que se avanzado tecnológicamente los electrodomésticos duren
cada vez menos. Actualmente se hacen lavadoras y frigoríficos que en algunos
casos no duran más de seis años y fabricándose sin obsolescencia programada
podrían llegar a funcionar 60 años e incluso podrían repararse sin ningún
problema. También las impresoras vienen programadas de fábrica para que se
bloqueen al imprimir cierto número de copias, debido a un chip que los
fabricantes les incorporan. Los teléfonos móviles, tan abundantes, suelen dar
problemas a partir del segundo año de uso y se hacen para que duren cinco años
como mucho. Y hay baterías de coche que mueren al año y medio de ser estrenadas.
Las pilas podrían durar mucho más pero a sus fabricantes no les interesa.
También podrían hacerse medias de nylon sin carreras (se hicieron el siglo
pasado, pero como los fabricantes vieron que era un pésimo negocio para ellos
dejaron de hacerlas).
Los poderes
económicos (grandes multinacionales, grandes fortunas y bancos) y políticos al servicio
de los mismos han impuesto a la sociedad un modelo económico basado en el
consumismo (comprar, tirar y comprar). Este modelo capitalista, alimentado por
un bombardeo publicitario en los medios de comunicación, ha incrementado la
concentración de capital en menos gente. A principios de la década de los
ochenta el 20 por ciento de la población tenía el 80 por ciento de la riqueza y
actualmente solamente el 8 por ciento de la población acapara más del 90 por
ciento. A esta situación se ha llegado por un consumo basado en el crédito
bancario. Los bancos han logrado tal poder que controlan hasta la deuda pública
de países. España es un ejemplo de ello. Los políticos de los dos grandes
partidos se pasan por el forro de los pantalones la democracia legislando a
favor de la banca, cuya mala gestión está siendo pagada por los ciudadanos,
mientras asfixian a impuestos a PYMES y autónomos. Dado que el modelo económico
vigente es una fábrica de millones de parados, es necesaria una nueva economía
basada en el desarrollo sostenible y en un consumo responsable (debemos dejar
de comprar a base de financiación cosas que no necesitamos). La sociedad debería
concienciarse de ello y la mejor forma de hacerlo es que a la hora de comprar
se apueste por productos de calidad y larga duración -y sobre todo que puedan
repararse, a un precio razonable- de pequeñas y medianas empresas locales y
nacionales, que son las que crean la mayor parte del empleo en España.
Publicado en Heraldo de Soria el martes 11 de junio de 2013
No hay comentarios:
Publicar un comentario