Una de las cosas que más me llama la atención en los últimos
años es la proliferación de cámaras de vigilancia en recintos públicos como el
metro, estaciones de autobuses, locales de ocio, etc. Y en las grandes ciudades
también impresiona la numerosa cantidad de cámaras que hay en la calle. Hay
incluso una tecnología tan avanzada que permite que los ciudadanos seamos
espiados hasta en nuestras propias casas. Miles de satélites espías controlan
los movimientos de los seres humanos, amén de que la mayoría ya podemos ser
localizados en todo momento porque estamos georreferenciados con el móvil. Y también
se puede saber lo que pensamos por nuestros comentarios y opiniones en
Internet, tanto en redes sociales como en noticias. Aunque no obstante es dicha
red la que está uniendo a ciudadanos de cualquier parte del mundo que quieren
cambiar el sistema. Pero todavía hay bastantes personas que están en Matrix.
En principio, los gobiernos aducen motivos de seguridad
(búsqueda y localización de terroristas y criminales) para justificar el uso de
la mencionada tecnología. Sin embargo, en nombre de la seguridad se está
invadiendo la intimidad de las personas. Y este hecho también provoca inquietud
a muchos ciudadanos que no son terroristas o ladrones. Y es que hay políticos
al servicio de las oligarquías económicas que se resisten a dejar de controlar
a los ciudadanos y se han convertido en espías para hacer más ricos a los que
ya lo son. El catedrático de Economía Juan Torres López dice que “se nos vigila
para favorecer al 1 % de la sociedad que se queda con más del 90 % de la
riqueza que se está creando en el mundo”. A colación de lo que estoy comentando,
este verano la opinión pública ha tenido conocimiento de la denuncia de un
ex informático de la CIA, Edward Snowden, a los todopoderosos EE. UU. por violar
derechos humanos básicos con su intenso e imparable espionaje. Curiosamente, el
Gobierno de EE. UU. considera a Snowden un traidor a la democracia. Se ve que
la CIA aspira a gobernar el planeta y no parecen importarle mucho los
sospechosos de terrorismo, al someter a un tremendo espionaje a todo el mundo
(a personas, a empresas potentes, a embajadas, a gobiernos de Europa, a países con
economías emergentes, etc.). Como vemos, la tecnología relacionada con el
espionaje está siendo muy útil a los gobiernos que la manejan, ya que así
mantienen o aumentan su hegemonía.
Edward Snowden ha denunciado los métodos de espionaje de la CIA |
Por otra parte, cuando todavía no existía esa avanzada
tecnología de espionaje, un escritor y periodista británico adelantado a su
tiempo, George Orwell, ya reflejaba en su novela 1984, escrita a finales de la década de los 40 del siglo pasado,
los métodos de control ejercidos por el Estado con el fin de dirigir la vida de
los ciudadanos. En la citada obra muestra un partido único que impide a los
ciudadanos pensar por sí mismos, como si de una dictadura se tratase.
Actualmente hay una parte importante de la población que no se manifiesta por
la dictadura del miedo que ha impuesto el Gobierno o que no piensa por sí misma
por seguir las consignas de los líderes de algunos partidos políticos, por
pertenecer a una de las numerosas sectas que existen -y que son muy responsables de la alienación
social- o por creer todo lo que escuchan en la televisión. Y también hay muchas
personas desempleadas cuya vida se reduce a una lucha diaria por sobrevivir; y
en esa situación de pobreza tampoco son libres. Recordemos que en la Edad Media,
e incluso hasta varios siglos después, a los pensadores libres se les quemaba
en la hoguera. Hoy se les esclaviza manteniéndoles en paro o con trabajos de
400 euros. Y es que desgraciadamente en tiempos de tanta mentira pensar
libremente y decir la verdad se convierte en un acto revolucionario. Máxime cuando
el pastor enemigo es el que dirige el rebaño.
Publicado en Heraldo de Soria el lunes 12 de agosto de 2013