En poco más de una década las muertes en la carretera se han
reducido a la mitad en España. El carnet por puntos y tecnologías como el
airbag y los frenos ABS han influido en dicha reducción. También los accidentes
este verano han descendido un 10 % respecto al de 2012; aunque aquí la
causa creo que hay que buscarla en la menor cantidad de desplazamientos por el
precio del combustible y el elevado desempleo. En cualquier caso, la mayor
parte de los accidentes responden a un factor humano, el cual puede ser
evitado. También es cierto que tanto recorte está afectando al mantenimiento de
algunas carreteras y su estado no es el adecuado para una circulación segura y
ello puede provocar siniestros. Aunque sin duda la mayor parte de los
accidentes se producen por no cumplir las normas de tráfico y por las
distracciones.
Muchos accidentes se producen por un exceso de
velocidad, por conducir bajo los efectos del alcohol u otras drogas, por
adelantar en línea continua (causa de choque frontal), por no guardar las
distancias mínimas de seguridad, por circular con la música a un volumen muy
alto, por ir hablando con el móvil o por las preocupaciones. Casi todas son causas
evitables. Por eso cuando se conduce es muy importante estar sobrio,
descansado, muy atento a la carretera y relajado; y llevar puesto el cinturón
de seguridad. Sin embargo hay personas que no se toman en serio la conducción,
que no valoran el riesgo y que incluso creen que el coche es un juguete y las
carreteras circuitos de carreras. Las hay inestables psicológicamente que se
excitan pisando a fondo el acelerador. Y las hay, muy peligrosas, que salen a la carretera
deprimidas (tras una ruptura sentimental por ejemplo) y corren con el objetivo
de matarse. No sienten ningún amor por su vida y con esa actitud ponen en
riesgo la de otros.
Hay individuos que circulan a 130 kilómetros por
hora e incluso más. Son auténticos suicidas y asesinos en potencia, como los que conducen bebidos o drogados. Encima algunos de ellos hasta van sin seguro. Y es que hay personas que al volante se transforman
negativamente y se vuelven salvajes. Se sienten dueñas de la carretera y para ellas
rige la ley de la selva. Y se tornan imprudentes, irresponsables e
irrespetuosas. Al contrario que las deprimidas -las cuales buscan la muerte- se mueven
por la vida con una seguridad pasmosa, creyendo que no les va a ocurrir nada
malo, que el dolor y el sufrimiento son cosa de otros y que no van a palmar
jamás. Hasta el día que la desgracia les afecta a ellos directamente: es
entonces cuando toman conciencia de la condición mortal del ser humano. Es cuando
realmente se dan cuenta de su fragilidad y de su miseria.
Finalmente decir
que la reforma de la Ley de Tráfico y Seguridad Vial, que podría estar vigente
a principios del año que viene, pone en mi opinión demasiado énfasis en las multas debido al
afán recaudatorio que tiene el Gobierno. Y hay personas pudientes que pueden
pagar todas las multas del mundo y por lo tanto seguir delinquiendo. Por ejemplo, si se quieren
evitar los accidentes producidos por conductores ebrios, en lugar de aumentar
la multa al doble en las personas que den positivo en la prueba de alcoholemia,
es más eficaz y ejemplarizante dejarlas sin carnet uno o varios años. Y las
personas que maten a alguien (por no respetar los semáforos o los pasos de cebra, por ir bebidas, drogadas o a gran
velocidad, etc.) deberían cumplir íntegramente condenas más largas, como ocurre en
otros países de Europa. Porque en España, penalmente hablando, sale barato
delinquir. Y más si se es famoso o poderoso.
Publicado en Heraldo de Soria el viernes 4 de octubre de 2013