viernes, 14 de febrero de 2014

La necesidad de una Renta Básica Estatal

El Movimiento contra el paro y la precariedad presentó a mediados de enero una Iniciativa Legislativa Popular en el Congreso de los Diputados para que los ciudadanos sin prestaciones reciban una cantidad equivalente al salario mínimo interprofesional (645 euros). Se trata de un ingreso mínimo que evitaría el desamparo de las personas que llevan desempleadas un largo periodo de tiempo (ya no cobran nada más de tres millones). Además ayudaría a erradicar la pobreza y combatiría la desigualdad. También reactivaría el consumo, uno de los principales motores económicos. En mi opinión es una iniciativa de justicia social. Máxime con el alargamiento de la crisis y el escaso trabajo que hay. Además,  ni siquiera el poco que se genera garantiza que las personas salgan de la pobreza por ser contratos temporales con bajos salarios. Sin estabilidad laboral no hay seguridad para llevar a cabo un proyecto vital. Y sin ingresos la vida se reduce a una lucha por sobrevivir. Más de la cuarta parte de la población española está en riesgo de pobreza y/o exclusión social. Y las personas, por el hecho de existir, tienen derecho a una vida digna. Está clarísimo como el agua que el sistema capitalista no es capaz de asegurar que todos los seres humanos tengan un medio de vida con el cual cubrir sus necesidades más básicas. Dicho sistema también adolece de sobreproducción -lo que contribuye al agotamiento de los recursos naturales- y de amplios márgenes empresariales a costa de salarios reducidos. Hay directivos que ganan hasta diez veces más que los trabajadores. Si éstos tuvieran buenos salarios las empresas venderían mejor sus productos y se crearía empleo.


    Por otra parte, no es lógico que haya jornadas de trabajo tan largas como al comienzo de la Revolución Industrial con todo el progreso tecnológico que ha habido desde entonces. Y en ello ha influido la obsolescencia programada de muchos artículos, sobre todo aparatos electrónicos, que al finalizar su vida útil mucho antes los fabricantes nos obligan a comprar más (con la consiguiente disminución de la renta familiar) y a trabajar más horas. El Gobierno debería prohibir la caducidad programada por medio de una ley. Por otra parte, los avances en tecnologías como la informática, la robótica y la cibernética nos han facilitado el trabajo, pero también han contribuido a una reducción de la mano de obra en las empresas.  Esta es otra razón por la que cada vez se crea menos empleo. De ahí la necesidad perentoria de una renta básica, para que nadie quede en la cuneta y para mantener la paz social. Para poder hacer realidad la misma el Gobierno tendría que realizar una reforma fiscal que obligue a los ricos y a  las grandes empresas a tributar más; y combatir el fraude eficazmente. En este sentido las amnistías fiscales que han realizado los gobiernos han sido contraproducentes. Es un hecho alarmante que la mayor parte de la riqueza se concentre en una minoría de la población. Tan sólo 85 personas acumulan tanta riqueza como la mitad de la población mundial. Y no son precisamente las que más trabajan.


   Finalmente, la vida es mucho más que dedicarse exclusivamente a trabajar. Deberíamos trabajar para vivir y no vivir para trabajar. Con más tiempo libre la vida ganaría en calidad. Podríamos dedicarnos más a la familia, a los amigos y a las aficiones, lo cual favorecería el desarrollo de nuestra personalidad. Además en el mundo hay dinero de sobra para que todas las personas vivan dignamente, sin esclavitud. Solamente hacen falta unos representantes que tengan la voluntad de legislar a favor de la mayoría para impedir que una minoría codiciosa concentre la mayor parte de la riqueza. Así es como las personas seríamos dueñas de nuestro destino.


Publicado en Heraldo de Soria el martes 18 de febrero de 2014

sábado, 1 de febrero de 2014

La unión hace la fuerza

La mayoría de los ciudadanos son conscientes de la grave situación económica y social que vive el país. El Gobierno repite constantemente que la situación mejora pero la realidad confirma que no es así. No por repetir muchas veces una mentira ésta se convierte en verdad. Los principales parámetros económicos (paro, deuda, consumo e inversión) han empeorado en los dos últimos años. La mitad de las familias tienen alguno de sus miembros en paro y cada vez cierran más comercios y empresas. Los partidos mayoritarios han beneficiado mucho a la banca y a las grandes empresas y en cambio han ahogado a las pequeñas y medianas (empresas) y han descuidado la agricultura. Y ahora estamos pagando las consecuencias. España es un país excesivamente endeudado, con escaso tejido productivo, con mucha corrupción y en el que los más preparados están emigrando. El panorama es desolador. Son varias las causas que han llevado al país a la ruinosa situación en la que se encuentra. Dicha situación se gestó años atrás propiciando pelotazos urbanísticos, con la recalificación de terrenos para construir pisos a manta; y realizando obras faraónicas, con las que tantos alcaldes colmaban sus delirios de grandeza y sus bolsillos. Y se ha agravado con subidas de impuestos y recortes a la clase trabajadora. Cuánta gente se tuvo y se tiene que endeudar muchos años para acceder a una vivienda digna y sin embargo cuánto dinero se ha derrochado en obras públicas inútiles, tales como aeropuertos sin aviones, aparcamientos casi vacíos, grandes pabellones polideportivos en pueblos, la Ciudad del Medio Ambiente en Soria, etc.


   En estos años de crisis (y de estafa), en los que la construcción de viviendas ha caído notablemente, los ayuntamientos están llevando a cabo la peatonalización del centro de bastantes ciudades con la construcción de aparcamientos subterráneos. Se trata de obras públicas que los alcaldes conceden a empresas y por las que tanto ellos como los concejales de urbanismo se llevan un tanto por ciento de comisión. En la última década hemos visto cómo los ayuntamientos han llenado las ciudades de zona azul. Cada vez hay menos aparcamientos gratuitos y con la peatonalización y la construcción de aparcamientos soterrados se pretende que la gente pague todavía más por aparcar. Tengo muy claro que existe un afán recaudatorio y a este paso los ciudadanos vamos a tener que pagar hasta por respirar. Hay gobernantes que quieren sacarnos hasta el último céntimo del bolsillo. Así difícilmente aumentará el consumo, que es la clave de la recuperación, pues el mismo representa dos tercios del Producto Interior Bruto.


   El mes pasado los ciudadanos de un barrio obrero de Burgos se unieron en la calle para protestar y lograron cambiar el planteamiento inicial del alcalde, que amparándose en una mayoría absoluta estaba obcecado con la realización de unas obras en las que resultaba beneficiado un constructor que fue condenado por corrupción en los años noventa. Quería convertir una avenida en un bulevar, con aparcamientos subterráneos. La mayoría de los vecinos y comerciantes se opusieron a la obra porque la veían como un perjuicio para sus intereses y no la consideraban prioritaria en un momento de tanto desempleo. Muchas personas de otros lugares del país nos solidarizamos con ellos. Los ciudadanos pagamos bastantes impuestos y es lógico que exijamos un adecuado empleo del dinero. Una mayoría absoluta no es un cheque en blanco para gobernar contra la voluntad popular. Y la principal lección que se puede extraer de lo ocurrido en el barrio burgalés de Gamonal es que cuando el pueblo se moviliza y se une en defensa de un interés común tiene una fuerza inmensa, capaz de frenar los abusos de los poderosos. Ellos lo saben y por eso tratan de dividirnos.

Publicado en Heraldo de Soria el sábado 1 de febrero de 2014