La Organización Mundial de la Salud considera que el alcohol
es una droga dura por sus consecuencias sociales. Posiblemente la peor de todas
las drogas. De hecho es la única cuyo síndrome de abstinencia puede provocar la
muerte. Todo el mundo sabe los problemas y desgracias que el alcohol causa en
la sociedad: maltrato familiar, divorcios, peleas, accidentes de tráfico y
laborales, incapacidades, enfermedades, suicidios, crímenes cometidos bajo sus
efectos, etc. Pero como su consumo está aceptado e incluso promovido
socialmente bastantes personas no lo consideran una droga. Además hay una gran estructura económica en torno al alcohol: el Estado
recauda mucho dinero con el impuesto que lo grava y a la numerosa gente que
vive de él no le interesa que el consumo se reduzca y lo publicita. Aunque
afortunadamente su publicidad en televisión es cada vez menor. Sin embargo
todavía pueden verse anuncios de bebidas destiladas en vallas publicitarias y en Internet.
La mayoría de las
personas comienza a beber alcohol en la adolescencia. Los fabricantes de
bebidas saben el tirón que tiene el alcohol entre la juventud y enfocan su
publicidad hacia ella. Los jóvenes se inician en su consumo en fiestas o celebraciones, por ser aceptados en el grupo,
por parecer adultos, etc. El caso es que cuando llevan varios años habituados a
beber en demasía todos los fines de semana pueden desarrollar una adicción, aunque
muchos no lo crean. El alcoholismo tiene grados y existen alcohólicos de fin de
semana. Y también hay personas que pueden estar sin beber un mes o más, pero el
día que están deprimidas comienzan a beber de manera incontrolada. Aunque sin duda el caso más grave es el del bebedor diario que necesita
su dosis a primera hora de la mañana. También hay personas que cuando
tienen un problema beben para tratar de olvidarlo. No lo recuerdan el tiempo
que dura la embriaguez, pero pasada la misma el problema vuelve a la mente y
con los daños que ha ocasionado a la salud la excesiva ingesta de alcohol.
Hay gente que
piensa que el alcohol es menos perjudicial que el tabaco. Sin embargo no es
así, ya que ambos tóxicos provocan un número similar de enfermedades. El
alcohol afecta a todos los órganos, y muy especialmente al hígado, a los
riñones, al corazón y al cerebro. España ocupa uno de los primeros puestos de
Europa en mortalidad por cirrosis (cáncer de hígado), algo que no es de
extrañar pues es uno de los lugares del mundo donde más alcohol se produce y se consume. La ingesta de alcohol también es responsable de una reducción de la
esperanza de vida. Por ejemplo, en Rusia –un país desarrollado- averiguaron que
la causa de la baja esperanza de vida (menos de 70 años) es el elevado consumo
de vodka. Por otra parte las personas bebedoras tienen una menor calidad de
vida, ya que son propensas a padecer infecciones. El consumo
de alcohol provoca el debilitamiento de la especie humana y es causa frecuente
del nacimiento de hijos discapacitados. Por estas y otras razones es preciso
desterrar una serie de mitos que acompañan a la bebida. Ésta no es un alimento
ni una medicina, sino un tóxico. No da fuerza, es solamente una impresión momentánea.
Una vez que el alcohol entra en la sangre tiene efecto anestesiante. Tampoco es
cierto que ayude a vencer el frío, pues tras la sensación inicial de calor al
ingerirlo cuando llega a la sangre provoca una vasodilatación periférica y el
calor sale por los poros de la piel, con lo cual favorece el enfriamiento del
organismo. El alcohol se comporta en el cuerpo como un frigorífico, que enfría
porque saca el calor de un habitáculo cerrado.
Por otra parte, el
alcohol causa alienación mental en las personas. Anula la capacidad crítica y adormece las conciencias. De ahí que los gobiernos prefieran a jóvenes
reunidos haciendo botellón que en movimientos asamblearios como el 15-M. Los
del botellón no piensan y los del 15-M hacían pensar. Y las personas cultas y
con ideas son un peligro para los gobiernos. Para tener una mente lúcida es
necesario evitar el alcohol, ya que provoca alteraciones de la memoria. La atención, la asociación de ideas, el juicio y el raciocinio se ven afectados por
la bebida. Por lo que para nada ayuda a discurrir. Que personas con gran talento -e incluso genios- hayan bebido no significa que discurrieran
gracias al alcohol, sino a pesar del mismo. En definitiva, ni el talento, ni la
alegría ni la felicidad están dentro de una botella. El alcohol no es más que un
veneno altamente adictivo y una persona ebria es un ser intoxicado que no
aporta nada bueno a la sociedad.
Publicado en Heraldo de Soria el jueves 3 de julio de 2014
muy bien! magnifico articulo !
ResponderEliminartu admirador madrileño te envia un fuerte abrazo desde Madrid ....
Cuidate mucho ...
FIESTAS EN IBIZA ,SAN JUAN,SAN FERMINES ETC EN ESPAÑA CUALQUIER EXCUSA ES BUENA PARA TOMAR ALCOHOL Y DROGAS .....
ResponderEliminarLOS POLITICOS SE HACEN MILLONARIOS CON LOS IMPUESTOS DEL ALCOHOL Y TABACO