La
leyenda de que Valonsadero fue donado a la ciudad de Soria por una señora
desconocida carece de fundamento. Lo prueban el Fuero de Soria de Alfonso X -de 1256- y
la Historia. El más importante y
avanzado fuero de todos los concedidos a la ciudad hace referencia al pastoreo,
al corte de leña, a la siembra, a la siega de la hierba, a la caza y a la pesca
en su Título III “La guarda y la Defesa de Valfonsadero”. Ese fuero es la
primera referencia escrita que se tiene de la regulación de las mencionadas
actividades. Aunque el aprovechamiento del monte desde hacía siglos ya había quedado
reflejado en las pinturas rupestres que hay en el mismo. En el siglo pasado la
actividad ganadera fue yendo a menos y ahora únicamente se utiliza
para ganado vacuno. Y en cuanto al aprovechamiento de la madera decir que en la actualidad sólo se hacen limpiezas forestales. Por otra parte, hasta 1664 el
monte fue propiedad de Los Doce Linajes (los más poderosos de la ciudad) y el
Común de los Vecinos a partes iguales (50 %). A partir de ese año el
Ayuntamiento adquiere un tercio del mismo. En 1836 desaparece el Común y el
Ayuntamiento se hace con dos tercios hasta 1863, cuando gana judicialmente el
tercio restante y pasa a ser el único propietario del monte en representación
de todos los ciudadanos.
Situado a escasos kilómetros de la capital
soriana, el Monte Valonsadero –declarado de utilidad pública en 1862- es un
espeso robledal con una superficie de casi 2.800 hectáreas . Sus
límites son la Junta de los Ríos por el Norte, el Pinar del Cubillejo o Pinarcillo por el Este, el barrio de
Pedrajas por el Oeste; por el Sur está cerca del pico Frentes (1.375 metros ), que es un
Punto de Interés Geológico (PIG) y que puede divisarse desde casi todos los
lugares del Monte Valonsadero. En dicho monte también pueden verse restos de
una antigua calzada romana y dos puentes (el puente Pedrajas y el emblemático
puente medieval del Canto). También existe una antigua necrópolis medieval. En Valonsadero
hay grandes praderas y extensas vegas. Combina la vegetación propia de monte
(robles, pinos, encinas, etc.) con la vegetación propia de ribera (chopos,
abedules, nenúfares, etc.) debido a los dos ríos (Duero y Pedrajas) que pasan
por el monte. Abundan los majuelos, los rosales silvestres y las zarzamoras.
También hay varias especies micológicas comestibles: senderillas, champiñones,
nícalos, setas de cardo, migueles (boletus edulis), amanitas caesareas, etc. Tiene
una gran riqueza natural por su belleza paisajística, por sus interesantes
formaciones geológicas –vestigio del transcurso de los canales que discurrían
por el monte como brazos de río- y por su variada fauna. En Valonsadero pueden
verse las más diversas especies animales, tales como liebres, conejos,
jabalíes, zorros, ardillas, gatos monteses, nutrias, murciélagos, ciervos,
corzos, milanos, reptiles en las rocas (como por ejemplo el bonito lagarto
ocelado), etc. Por todo lo anterior el
monte fue catalogado como zona natural de esparcimiento en el año 2005. Y además de ser el escenario de diversos
actos de las Fiestas de San Juan, a los que asiste mucha gente, ofrece la
posibilidad de realizar varias rutas de senderismo. Caminar por el monte es,
sin duda, una forma de ocio muy saludable y relajante. La guía de los senderos
de Valonsadero se encuentra en la Oficina de Turismo de Soria.
Por otra parte, este monte también cuenta
con una gran riqueza cultural por la existencia de pinturas rupestres, que
tienen una antigüedad de unos 4.500 años. Son pinturas esquemáticas, de color
rojo, del Calcolítico y la Edad del Bronce. Reflejan la forma de vida de nuestros antepasados. Fueron
realizadas por pastores nómadas en covachos de roca arenisca y en ellas pueden
verse animales, figuras humanas, plantas, el sol, etc. Hay escenas de pastoreo,
caza, siembra, recolección de fruta, etc. El abrigo llamado “El Mirador”,
cercano a Cañada Honda, es considerado por algunos la Capilla Sixtina del
arte rupestre de Soria: además de ser uno de los que mejor se conserva, es de
los que más figuras y formas representadas posee. Las pinturas, pese a parecer más simples que
las del Paleolítico, son sin embargo más evolucionadas e invitan a la
imaginación. Hay más de 30 abrigos repartidos por todo el monte. Han
sobrevivido a los actos vandálicos –realizados mayormente por ignorancia-, a las
grandes diferencias de temperatura entre el día y la noche y a la existencia de
numerosas canteras en el monte, de las cuales se extrajeron las rocas
necesarias para construir iglesias del románico como los Arcos de San Juan de
Duero o la Concatedral de San Pedro. Estas pinturas rupestres fueron descubiertas alrededor de 1920 por Bruno Orden, quien años más tarde se las mostró a Teógenes Ortego. Posteriormente, en 1979, el doctor en
Prehistoria Juan Antonio Gómez Barrera realizó los calcos de las mismas
basándose en los trabajos previos de Ortego y en el año 2001 publicó
uno de los mejores libros de arte rupestre de la península, titulado Pinturas rupestres de Valonsadero y su
entorno. Las pinturas, además, fueron declaradas Bien de Interés Cultural
(BIC) en 1985. Y Valonsadero también ha sido incluido en un Itinerario Cultural
Europeo, llamado Caminos de Arte Rupestre Prehistórico.
Publicado en Heraldo de Soria el viernes 5 de septiembre de 2014