miércoles, 1 de octubre de 2014

Quién consume a quién

El tabaquismo es responsable de que anualmente mueran más de cinco millones de personas en el mundo. Es la principal causa de muerte, enfermedad y discapacidad. En poco más de una década las muertes producidas por el consumo de tabaco se han triplicado. La mitad de las personas que fuman muere por una enfermedad relacionada con el tabaco. Los fumadores viven de diez a quince años menos que los no fumadores; y con una calidad de vida bastante reducida. Enfermedades como el cáncer de pulmón, la angina de pecho y la bronquitis crónica las padecen, casi exclusivamente, personas que fuman. Pulmones, corazón y estómago son los órganos más afectados por el humo del tabaco. Éste también provoca daños importantes en el feto (y encima cada vez fuman más mujeres). La combustión del humo desprende monóxido de carbono, un gas tóxico similar al que expulsan los coches por el tubo de escape. En los cigarrillos, los productos que no se queman completamente forman un polvo negruzco parecido al hollín de una chimenea. Una persona que fume una cajetilla de tabaco a diario introduce en los pulmones cada año más de tres cuartos de litro de ese peligroso polvo. El componente principal del mismo es una sustancia cancerígena llamada benzopireno. La nicotina es el alcaloide causante de la adicción. Basta con fumar unos pocos cigarrillos para volverse adicto. Si la nicotina fuera inyectada de forma intravenosa a una persona, la cantidad contenida en dos o tres cigarrillos sería suficiente para matarla. Y una gota de nicotina introducida en el pico de una paloma le causa la muerte. Estos ejemplos muestran claramente que la nicotina es un veneno muy potente. Por otra parte como la misma tiene un sabor amargo la industria tabaquera añade sustancias a los cigarrillos para que fumar sea más agradable y más adictivo. Sin embargo pienso que cuando una droga es legal debe estar controlada exhaustivamente por el Estado; y lo dado es que éste impida su adulteración. Pero en el caso del tabaco a los gobiernos no les interesa prohibir la misma porque recaudan mucho dinero con el elevado impuesto que lo grava.
  
Principales sustancias que contiene el cigarrillo

    Por otra parte, quienes comienzan a fumar lo hacen en grupo a edades tempranas por imitación, por curiosidad, por un sentimiento de inferioridad, por parecer mayores, etc. Hay jóvenes que dicen rebelarse contra el sistema establecido; pero al acabar consumiendo alcohol y tabaco demuestran ser incongruentes y nada revolucionarios, pues contribuyen al aumento de los beneficios de grandes empresas que se lucran a costa de la salud de la gente. Por otra parte una persona adulta y madura, bien informada y consciente de sus actos, no se inicia en el tabaco. Fumar es una aberración, una forma de envenenarse lenta pero segura; y alguien realmente evolucionado no lo hace. La primera experiencia de una persona con el tabaco suele ser bastante desagradable: tiene accesos de tos, le dan náuseas o incluso llega a vomitar, etc. Tras ella no quedan ganas de repetir. Pero la presión del grupo induce a la persona a otra experiencia. En el segundo cigarro el organismo ya no reacciona de forma tan violenta porque ha elaborado sustancias que neutralizan en parte la acción del veneno. El tercero ya “sabe” mejor. Y cada cigarro que la persona fuma después le va produciendo más placer, en progresión ascendente. Ese placer, por tanto, empuja al hábito y cuando el mismo domina a la persona se llega al vicio. Y así es como se emprende el camino del sometimiento y la dependencia. Hay individuos que se engañan a sí mismos diciendo que fuman cuando quieren. La realidad es que la mayor parte de los consumidores de tabaco son fumadores diarios y sólo una minoría es capaz de fumar esporádicamente. Además la mitad de los fumadores que intentan dejarlo no lo consiguen. Pero merece la pena seguir intentándolo, pues de lograrse se gana mucho. Los primeros días sin fumar –e incluso el primer mes en algunos casos- se pasa bastante mal, pues el organismo se había acostumbrado a funcionar con una excitación continua y la supresión de la nicotina provoca nerviosismo, ansiedad y mal humor. Además de una voluntad decidida, también ayuda a dejar de fumar realizar alguna actividad relajante que obligue a tener las manos ocupadas, con el fin de sustituir toda una conducta gestual que empieza con el chasquido del mechero. No quiero terminar sin hablar de los polémicos cigarrillos electrónicos. Son menos tóxicos pero no son inocuos. La combustión de un cigarrillo convencional es muy tóxica porque el humo contiene muchas sustancias perjudiciales, pero la vaporización de un cigarro electrónico hace que la nicotina líquida que lleva también llegue a la sangre a través de los pulmones. Por lo tanto la postura más saludable e inteligente es abstenerse de ambos.

Publicado en Heraldo de Soria el miércoles 8 de octubre de 2014

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